¿Picos de trabajo? No hay problema.

No es raro, en un despacho pequeño, mediano o unipersonal, que en determinadas épocas del año se concentren toneladas de trabajo del mismo tipo, hasta el punto de no poder aceptar más clientes/as para no verte desbordado/a.

¿Cuántos Mayos y Junios te has pasado haciendo Impuestos de Sociedades, cuántos Eneros con IVAs e IRPFs, en definitiva: Cuántas veces te ves atrapado haciendo montones de tareas iguales, que serían fácilmente delegables (al menos en sus partes más mecánicas) a equipos de paralegals supervisados por abogados y abogadas y el resultado de cuyo trabajo podrás revisar tú mismo/a?

Cláusulas suelo y otras abusivas en sede hipotecaria, "Ley de Segunda Oportunidad", ayudas al alquiler para personas jóvenes, subvenciones para instalación de energía limpia, fondos "Next Generation"... Se llame como se llame, cada x tiempo, de forma indefectible, una novedad legislativa, jurisprudencial o una nueva ayuda o subvención genera una avalancha de casos del mismo tipo a todos los despachos que quieran cogerlos.

¿Cuántas veces no has podido subirte a la ola, o solo lo has hecho a medias, por el temor a no poder hacer tantos casos, pese a que en esencia sean idénticos entre sí y por tanto susceptibles de ser efectuados a gran escala con ayuda de un equipo humano adecuado?

Llamadas al Juzgado, acompañamiento a clientes/as a procedimientos de tipo administrativo personalísimos de lo más sencillos, realización de reuniones de puro trámite en representación de terceros, realización de procedimientos burocráticos... En todo despacho o empresa del sector jurídico hay decenas de tareas de bajísimo valor añadido, pero que no obstante son valorados por el cliente/a como muestra de trato personalizado y atención al detalle.

Con frecuencia, los despachos medianos y pequeños se ven obligados a elegir entre efectuarlos, perdiendo valioso tiempo de sus abogados/as, o no llevarlos a cabo y no solo no acabar de dar a sus clientes/as el trato que les gustaría si no, además, dejar de percibir los posibles importes que corresponderían a esas tareas.

¿No has pensado nunca lo genial que sería tener alguien profesional que pudiera hacer estas tareas por tí a un precio suficientemente razonable como para que te sigan generando beneficios?

Casos que se complican, asuntos que resultan de mayor complejidad de la esperada, temas penales que terminan teniendo una vía civil en paralelo... Sea por lo que sea, todo despacho (y sobre todo uno de pequeño tamaño) está sujeto a posibles picos de trabajo en que se acumula una miríada de tareas que solamente parecen abarcables renunciando a tener una cantidad aceptable de horas de sueño.

En este contexto, es fácil preguntarse: ¿Por qué no tengo a alguien que me busque jurisprudencia, me redacte borradores de demandas y, en definitiva, me haga la vida más fácil?